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La NASA soluciona una incidencia en los propulsores de Voyager 1

La Voyager 1 y su increíble viaje de 47 años en el espacio sufrió una obstrucción en los propulsores según técnicos de la NASA.


Ilustración de la nave Voyager 1 mirando hacía el interior del Sistema Solar
Ilustración de la nave Voyager 1 mirando hacía el interior del Sistema Solar

La nave espacial Voyager 1, lanzada en 1977, sigue su travesía por el espacio interestelar. Después de 47 años, enfrenta un nuevo desafío: algunos de sus propulsores se han obstruido con dióxido de silicio, lo que afecta su capacidad para apuntar a la Tierra y enviar datos.


La Voyager 1 usa propulsores para ajustar su orientación y seguir enviando información crucial. Sin embargo, con el paso del tiempo, los tubos de combustible han comenzado a bloquearse, lo que redujo la eficiencia de los propulsores.


El equipo de la NASA, desde el Laboratorio de Propulsión a Chorro, ha trabajado para mitigar este problema. Tras semanas de planificación, lograron cambiar a un conjunto alternativo de propulsores, asegurando que la nave siga apuntando hacia la Tierra.



Estos propulsores funcionan con hidracina líquida, que se convierte en gas para generar pequeñas explosiones controladas, ajustando así la posición de la nave. Normalmente, se realizan unos 40 pulsos por día.


La Voyager cuenta con tres ramas de propulsores. A lo largo de la misión, el equipo ha cambiado de rama varias veces debido a obstrucciones en los tubos de combustible. En 2002 y 2018 ya realizaron cambios similares.


Ahora, los propulsores de la última rama activa están aún más obstruidos que los anteriores. Uno de los tubos tiene una obstrucción que lo ha reducido a solo 0,0015 pulgadas de diámetro, ¡más pequeño que un cabello humano!


Ilustración de la nave Voyager 1. Crédito: NASA
Ilustración de la nave Voyager 1. Crédito: NASA

El equipo decidió volver a los propulsores de actitud originales, pero había un problema: con la nave espacial cada vez más fría debido a la reducción de energía, los propulsores estaban en riesgo de daño si se encendían sin precalentarlos.


Para evitar riesgos, el equipo necesitaba activar los calentadores de los propulsores. Sin embargo, la energía disponible es tan limitada que encenderlos requería apagar otros sistemas, lo que complicaba aún más la operación.


Tras un cuidadoso análisis, decidieron apagar temporalmente un calentador principal durante una hora para liberar suficiente energía. Esto permitió calentar los propulsores de forma segura y reactivarlos con éxito.


El 27 de agosto, el equipo confirmó que el propulsor volvió a funcionar, manteniendo la Voyager 1 en su curso, apuntando a la Tierra para seguir enviando datos científicos.


Suzanne Dodd, directora del proyecto Voyager, ha indicado que, en el futuro, cada decisión relacionada con la misión será aún más compleja, ya que la nave envejece y los recursos se agotan.


A pesar de estos desafíos, las sondas Voyager siguen explorando el espacio interestelar, proporcionando información única sobre esta región más allá de la influencia del Sol, donde ninguna otra sonda ha llegado.


Ilustración de la ubicación aproximada de la Voyager 1.
Ilustración de la ubicación aproximada de la Voyager 1.

El equipo de la misión trabaja incansablemente para mantener a las Voyager operativas el mayor tiempo posible. ¡Cada dato que envían nos acerca un poco más a entender los misterios del espacio profundo!



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