Según la teoría de la relatividad de Einstein, los efectos que experimentaríamos al viajar a la velocidad de la luz serían bastante dramáticos y estarían en desacuerdo con nuestra experiencia cotidiana.
Uno de los efectos más notables sería la dilatación del tiempo. A medida que nos acercamos a la velocidad de la luz, el tiempo se ralentiza. Por lo tanto, el tiempo en nuestra nave espacial pasaría más lentamente que el tiempo en la Tierra. Si pudiéramos viajar a la velocidad de la luz, el tiempo en nuestra nave espacial se detendría por completo, y el tiempo en la Tierra continuaría avanzando normalmente.
Otro efecto importante es la contracción de la longitud. A medida que nos acercamos a la velocidad de la luz, los objetos en la dirección del movimiento se contraen en longitud. Por lo tanto, cualquier objeto en nuestra nave espacial parecería más corto de lo que realmente es para un observador en la Tierra.
Además, a medida que nos acercamos a la velocidad de la luz, la masa de la nave espacial también aumentaría significativamente. Esto significa que se requeriría una cantidad cada vez mayor de energía para acelerar la nave espacial aún más. A velocidades cercanas a la velocidad de la luz, la masa aumentaría tanto que la energía requerida para seguir acelerando la nave espacial sería infinita.
Por último, viajar a la velocidad de la luz también daría lugar a un efecto llamado “relatividad de la simultaneidad”. Debido a la dilatación del tiempo, dos eventos que ocurren simultáneamente para un observador en la Tierra pueden no ocurrir simultáneamente para alguien que viaja en una nave espacial que se mueve a velocidades cercanas a la velocidad de la luz.
En resumen, viajar a la velocidad de la luz implicaría una serie de efectos sorprendentes y desconcertantes que están en desacuerdo con nuestra experiencia cotidiana.
Un viaje a Andrómeda
Gracias a los efectos de la dilatación temporal y la contracción de la longitud, tardarías unas décadas en cruzar la Vía Láctea. Pero para los habitantes de la Tierra tu viaje habría durado más de cien mil años.
A velocidades casi lumínicas la radiación te mataría, para detenerla haría falta proteger las paredes de la nave entre 4,4 y 4.400 metros de plomo.
Para acelerar a velocidades cercanas a la luz necesitarías energía casi infinita. Un buen candidato a utilizar sería la antimateria, al reaccionar con la materia ordinaria, el 100% de la masa se convierte en energía, pero para producir un solo gramo de antimateria se tardaría 1.000 millones de años, además, necesitarías cientos de miles de toneladas por kilo de nave para moverte por la Vía Láctea y, hasta miles de millones de toneladas para alcanzar otras galaxias cercanas, como Andrómeda.
Si fuese posible que tus futuras generaciones llegasen a Andrómeda, en la Tierra habrían pasado un mínimo de 2,5 millones de años.